El krill es una de las especies más abundantes de la tierra con una biomasa de aproximadamente 500 millones de toneladas. La Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR) limita la captura a una región específica del Océano Austral, el Área 48, y a una cosecha anual de krill de 1% de la biomasa total (el nivel preventivo para otras explotaciones pesqueras es el 10% de la biomasa total). La pesca de krill de Aker BioMarine ha sido certificada por el Consejo de Vigilancia Marina (MSC) como sostenible y 100% trazable.
Gracias a sus ventajas inherentes, por ejemplo, estimulantes alimentarios, ácidos grasos omega-3 unidos a fosfolípidos, péptidos muy digestibles, fuente sostenible naturalmente pura y estable, etc., la inclusión del krill en la alimentación de peces y camarones mejora su crecimiento y producción. En concreto, en dietas bajas en harina de pescado, los atrayentes alimenticios del krill potencian la palatabilidad y mejoran el ritmo de crecimiento. Además, el krill se utiliza en piensos funcionales para mejorar la calidad del filete de peces. Resulta interesante que algunos estudios hayan revelado una mortalidad inferior y menos patologías cardíacas durante infecciones virales en salmones alimentados con harina de krill.
El crecimiento continuo de la acuicultura y el cambio de la agricultura de pequeña escala a la de gran intensidad ha aumentado la necesidad de fuentes de proteína sostenible en la alimentación de camarones y peces. Sin embargo, los suministros de harina de pescado procedente de la captura salvaje de peces se han estancado.
Una forma de abordar la alta demanda y la insuficiencia de harina de pescado es reemplazarla por harina de soja, que aumenta la rentabilidad y sostenibilidad del pienso comercial. No obstante, la harina de soja tiene un perfil organoléptico diferente al de la harina de pescado. Una menor palatabilidad, así como factores anti nutricionales que causan baja digestibilidad, pueden conducir a un ritmo de crecimiento deficiente de peces y camarones. Además, la harina de pescado tiene un importante valor dietético como fuente de nutrientes, que incluyen minerales y ácidos grasos de cadena larga omega-3, que están ausentes en la harina de soja. A diferencia de las lecitinas marinas que contienen ácidos grasos omega-3 en forma fosfolípida, las lecitinas de soja son especialmente ricas en el ácido omega-6 proinflamatorio, el ácido linoleico.
La astaxantina antioxidante proporciona pigmentación y es conocida por tener propiedades antiinflamatorias gracias a su capacidad de neutralizar los radicales libres, contrarrestando así el estrés oxidativo y el daño a proteínas, lípidos y ADN.
Además, la harina de krill es rica en quitina del exoesqueleto y en componentes solubles como el óxido de trimetilamina (TMAO), aminoácidos libres y nucleótidos que pueden actuar como estimulantes alimentarios. La estimulación alimenticia mediante la sustitución parcial de la harina de pescado por harina de krill en las dietas conduce a un mayor crecimiento de los peces y camarones, que también se ha demostrado cierto en situaciones de depresión alimenticia (por ejemplo, dietas altas en vegetales) o situaciones de estrés (por ejemplo, cambio de la salinidad o la temperatura en el caso del camarón y traslado a agua de mar en el caso del salmón).